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El libro de Isaías fue redactado por varios escritores con diferentes estilos, pero guarda una profunda unidad. Los estudiosos distinguen en él tres obras distintas, llamadas Primero, Segundo y Tercer Isaías.

Este libro es el que mejor prepara para recibir la Buena Nueva de Jesús, por lo que se lee con frecuencia en la liturgia. Los tres Isaías insisten en la santidad de Dios, la gravedad del pecado contra él y los hermanos, el valor de la conversión, la gloria de Dios, la fidelidad de Dios hacia el pueblo elegido, y los anuncios mesiánicos.

El Primer Isaías (Is 1 - 39) fue llamado por Dios en el templo (740 - 687 a. C.). Declaró el peligro de aliarse con poderes extranjeros, pues Dios quería que confiaran solamente en él; denunció la injusticia y la opresión de los pobres, y fomentó la esperanza al anunciar la venida de un rey perfecto.

El Segundo Isaías (Is 40 - 55) profetizó durante el exilio en Babilonia (587 - 538 a. C.). Retomó los temas del primer Isaías para orientar y animar a los cautivos en tierra extrajera. Su mensaje creaba conciencia del pecado nacional y proclamaba la esperanza que viene con la conversión. Entre sus profecías están los célebres poemas del siervo del Señor y la promesa de que Israel regresará a su tierra.

El Tercer Isaías (Is 56 - 66) profetizó Jerusalén, durante el tiempo de la reconstrucción del templo y la ciudad (537 - 500 a. C.). Reavivó la exigencia de justicia y fidelidad ante las prácticas injustas y la apatía religiosa, y abrió horizontes universales en esa época en que nacía el judaísmo. Sus últimas profecías anuncian un Israel perfecto y "un cielo nuevo y una tierra nueva" (65,17), promesa que se repite en Apocalipsis (Ap 21).